El año 2024 no será un buen año de uva tinta y hemos recogido el mínimo histórico de arrobas por hectárea en casi todas las parcelas que tenemos de la variedad Cencibel (más conocida como Tempranillo), que además coincidirá lamentablemente con una situación ruinosa en casi toda España por el aumento de los costes y la bajada de precios del vino tinto, porque el mercado sigue estancado desde 2020 con los excedentes producidos por la pandemia y la guerra en Ucrania.
En cuanto a la calidad, hemos tenido variedad de resultados, ya que en algunos casos estaba demasiado madura por el anormal adelantamiento del comienzo de la vendimia a consecuencia de la prolongada sequía de varios años. Este año ¡hemos terminado el 13 de agosto! una fecha en la que la mayoría de los años ni siquiera habíamos comenzado la vendimia de la uva tinta.
En donde no hemos tenido los problemas de exceso de maduración nos hemos encontrado con que la graduación de la uva también ha sido elevada, algo que normalmente era una buena noticia porque nuestros vinos de alta graduación eran más cotizados en el mercado, pero este año nos enfrentamos a los excedentes de vino tinto y al brusco cambio de gustos en los consumidores que ahora premian a vinos más suaves pero que, en nuestra opinión, realmente hacen que se pierdan muchos matices de los aromas y sabores de una uva vendimiada en su punto óptimo de maduración.
Esta compleja situación nos lleva a tomar la dura decisión de tener que arrancar viñas antiguas de uva cencibel pero que muchos años generan pérdidas económicas insostenibles y, seguramente, a decidir no envasar (o hacerlo muy limitadamente) un vino tinto con grandes dificultades para ser comercializado a unos precios dignos y rentables.
