En nuestros últimos paseos por el campo vemos una maduración de uvas y aceitunas bastante adelantada y con la esperanza de ese rayo de sol en que el volumen de las producciones se recupere, respecto a los años anteriores en que sufrieron especialmente por la sequía.

Nuestras viejas viñas de secano demuestran su resiliencia al estrés climático, aunque es innegable que la pardina se adapta mejor a nuestros tórridos veranos que la macabeo o la tempranillo.
En algunos casos la sequía seca las cepas y en otros tienes que luchar contra plagas y enfermedades que también debilitan los cultivos leñosos, pero con muy poco se recuperan y se defienden para seguir regalándonos sus frutos, en un escenario donde lo que más nos preocupa son los costes de producción y si el precio que nos paguen por el vino será suficiente para no perder dinero 🙁





En cuanto a las aceitunas, nuestra carrasqueña manzanilla puede volver a ser la «estrella» en esta campaña porque presenta una mejor producción que la picual, la pico-limón y el resto de variedades.


